Mantener a una persona bajo vigilancia constante o frecuente con presencia en los lugares inmediatos o relativamente cercanos al hogar, residencia, escuela, trabajo u en otros lugares que frecuente esa persona o en el vehículo en el cual se encuentre la persona, de forma tal que pueda infundir temor o miedo en el ánimo de una persona promedio.
El acoso moral u hostigamiento “es toda conducta abusiva (gesto, palabra, comportamiento, actitud…) que atenta, por su repetición o sistematicidad contra la dignidad o la integralidad psíquica o física de una persona, poniendo en peligro su empleo o degradando el ambiente de trabajo”.
Es un requerimiento unilateral por cualquier medio, de carácter sexual, no consentido por la persona y que le produce un daño a su salud, perjuicio y/o amenaza en sus oportunidades en el empleo, en su situación o en su normal desenvolvimiento laboral.
El análisis de género consiste en un examen crítico de cómo los roles, actividades, necesidades, oportunidades y derechos/prerrogativas afectan a hombres, mujeres, niñas y niños en ciertas situaciones o contextos.
El análisis de género examina las relaciones entre mujeres y hombres y su acceso y control de los recursos, así como las limitaciones de unas con respecto de los otros. En todas las evaluaciones sectoriales o análisis situacionales se debe integrar un análisis de género para asegurar que las intervenciones no exacerben las injusticias y desigualdades de género y que, cuando sea posible, se promueva mayor igualdad y justicia en las relaciones de género.
En las relaciones de género se refiere a la distribución desigual de autoridad y control entre hombres y mujeres en diversos ámbitos de la sociedad. Este fenómeno se manifiesta cuando un grupo, generalmente los hombres, posee mayor capacidad para influir o tomar decisiones que afectan a otros, limitando la autonomía y derechos de las mujeres. Estas desigualdades son tanto causa como consecuencia de la violencia de género, y su reconocimiento es esencial para identificar dinámicas de dominación y subordinación en las interacciones sociales.
Toda distinción realizada entre personas físicas en razón de su origen, edad, sexo, situación de familia, estado de salud, discapacidades, costumbres, opiniones políticas, actividades sindicales, ocupación, pertenencia, no pertenencia, verdadera o supuesta étnica, nación, raza o religión determinada.
Este término se refiere a una forma tradicional de organización social que suele ser la base de la desigualdad de género. Según este tipo de sistema social, se les confiere más importancia a los hombres o a lo que se considera masculino, que a las mujeres o a lo que se considera femenino.
Tradicionalmente, las sociedades han sido organizadas de tal manera que la propiedad, la residencia, y la descendencia, así como la adopción de decisiones con respecto a la mayoría de las áreas de la vida, han sido dominio de los hombres. Los fundamentos para este fenómeno suelen invocar razones biológicas (las mujeres por naturaleza son más aptas para ser cuidadoras, por ejemplo) y continúan sustentando muchos tipos de discriminación de género.
El empoderamiento de las mujeres depende en gran medida de su autonomía económica, la igualdad de oportunidades, control sobre las decisiones de su cuerpo, la corresponsabilidad en el cuidado y la participación en la toma de decisiones.
El empoderamiento de las mujeres no puede lograrse en un vacío; los hombres deben unirse al proceso de cambio. El empoderamiento no debe verse como un juego de suma cero en el cual los triunfos de las mujeres automáticamente implican pérdidas para los hombres. El aumento del poder de las mujeres en las estrategias de empoderamiento no se refiere a un poder dominante, o a formas de poder controlador, sino más bien a formas alternativas de poder: poder para, poder con, y poder desde el interior. Se trata de utilizar las fortalezas individuales y colectivas para alcanzar metas comunes sin coerción ni dominio.
Los estereotipos de género son generalizaciones de los atributos de género, las diferencias y los roles de las mujeres y los hombres.
Las características estereotipificadas sobre los hombres los describen como competitivos, codiciosos, autónomos, independientes, beligerantes, interesados en los bienes privados. Los estereotipos paralelos sobre las mujeres las representan como cooperadoras, acogedoras, atentas, comunicativas, orientadas al grupo, interesadas en los bienes públicos.
Con frecuencia los estereotipos se usan para justificar la discriminación de género más ampliamente y pueden reflejarse y reforzarse con las teorías tradicionales y las modernas, las leyes y las prácticas institucionales. Los mensajes que refuerzan los estereotipos de género y la idea que las mujeres son inferiores vienen en una variedad de “envases” —desde canciones y anuncios publicitarios hasta proverbios tradicionales.
El género se refiere a los roles, comportamientos, actividades, y atributos que una sociedad determinada en una época determinada considera apropiados para hombres y mujeres. Además de los atributos sociales y las oportunidades asociadas con la condición de ser hombre y mujer, y las relaciones entre mujeres y hombres, y niñas y niños, el género también se refiere a las relaciones entre mujeres y las relaciones entre hombres. Estos atributos, oportunidades y relaciones son construidos socialmente y aprendidos a través del proceso de socialización.
Se refiere a la igualdad de derechos, responsabilidades y oportunidades de las mujeres y los hombres y de las niñas y los niños. La igualdad no significa que las mujeres y los hombres serán iguales, sino que los derechos, responsabilidades y oportunidades de las mujeres y los hombres no dependerán de si nacieron con determinado sexo. La igualdad de género implica que los intereses, necesidades y prioridades de mujeres y hombres se toman en cuenta, reconociendo la diversidad de diferentes grupos de mujeres y hombres. La igualdad de género no es un asunto de mujeres, sino que concierne e involucra a los hombres al igual que a las mujeres. La igualdad entre mujeres y hombres se considera una cuestión de derechos humanos y tanto un requisito como un indicador del desarrollo centrado en las personas.
La necesidad de garantizar no solo la igualdad de derechos y oportunidades, sino también la igualdad en los resultados y en el impacto de las leyes y políticas. Este enfoque reconoce que, debido a las desigualdades históricas y sistémicas, es necesario implementar medidas específicas para abordar las diferencias y desventajas experimentadas por ciertos grupos, como las mujeres, para lograr una verdadera igualdad. A diferencia de la igualdad formal, que se centra en el trato igual bajo la ley, la igualdad sustantiva se enfoca en los efectos y resultados reales de las políticas y prácticas, y busca compensar las desigualdades estructurales que afectan a ciertos grupos. Esto implica que las intervenciones deben ser diseñadas de manera que tengan en cuenta las diferencias de género y otras características para promover resultados equitativos y justos.
Un indicador es una referencia. Puede ser una medida, un número, un hecho, una opinión o una percepción que apunta hacia una condición o una situación específica y que mide los cambios en dicha condición o situación a lo largo del tiempo. La diferencia entre un indicador y una estadística reside en el hecho de que los indicadores deben incluir una comparación por norma. Los indicadores de género miden los cambios basados en el género en la sociedad a lo largo del tiempo; ofrecen una visión detallada de los resultados conseguidos por acciones e iniciativas específicas basadas en el género.
Es un concepto originalmente establecido por Kimberlé Crenshaw en 1989. Este se discute a menudo como teoría, metodología, paradigma, lente o marco. Según Crenshaw, la interseccionalidad es “una forma de pensar la identidad y su relación con el poder”.
Se refiere a la plena participación de las mujeres en igualdad de condiciones en los distintos ámbitos de la vida pública y política.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) define la autonomía económica en cara a las mujeres de generar ingresos y recursos propios a partir del acceso al trabajo remunerado en igualdad de condiciones que los hombres. Considera el uso del tiempo y la contribución de las mujeres a la economía.
Se refiere a la capacidad de las mujeres, las adolescentes y las niñas en su diversidad, de vivir una vida libre de discriminación, prácticas nocivas y violencias y ejercer sus derechos sexuales y derechos reproductivos en condiciones adecuadas para ello.
La autonomía de las mujeres significa que tienen la libertad de tomar decisiones sobre sus vidas sin barreras ni limitaciones, y en condiciones de igualdad. Para lograr esto, es esencial que vivan sin violencia, que puedan ejercer sus derechos, y que tengan oportunidades para decidir en temas de trabajo y en la vida pública. Esto también implica tener acceso a ingresos, tiempo y recursos para tomar decisiones independientes.
Es un concepto originalmente establecido por Kimberlé Crenshaw en 1989. Este se discute a menudo como teoría, metodología, paradigma, lente o marco. Según Crenshaw, la interseccionalidad es “una forma de pensar la identidad y su relación con el poder”.
La interseccionalidad promueve una comprensión de los seres humanos moldeados por la interacción de diferentes posiciones sociales (por ejemplo, raza/etnia, indigenismo, género, clase, sexualidad, geografía, edad, discapacidad/habilidad, estado migratorio, religión). Estas interacciones ocurren dentro de un contexto de sistemas y estructuras de poder interconectados (por ejemplo, leyes, políticas, gobiernos estatales y otras uniones políticas y económicas, instituciones religiosas, medios de comunicación).
Como se ve en el diagrama de la “Rueda de la Interseccionalidad”, los problemas se analizan desde una perspectiva integral que aborda realidades en diferentes sociedades. Estos se combinan crear formas cruzadas de privilegio y opresión dependiendo del contexto de una persona y el poder existente estructuras como el patriarcado, capacitismo, colonialismo, imperialismo, homofobia y racismo.
Todo esto suma un mayor riesgo de vulnerabilidad, denominado discriminación múltiple. La interseccionalidad puede ser aplicada para el análisis jurídico y políticas públicas, así mismo como parte de metodologías de investigación.
Al examinar un problema como la subrepresentación de las mujeres en la política, la interseccionalidad, por ejemplo, nos recuerda que es importante considerar la variedad de factores que pueden crear barreras de acceso, como la movilidad o las labores de prestación de cuidados y las responsabilidades domésticas. Cada uno de estos factores debe ser entendido y considerado en la planificación de manera que las soluciones no se diseñen inadvertidamente de forma tal que sólo beneficien a personas de ciertos orígenes.
ParlAmericas y el Gobierno de Canadá presentan una lista de verificación para aplicar la interseccionalidad relacionadas al empoderamiento político de las mujeres.
Son las expectativas de cómo deberían comportarse los hombres. Se refiere al conjunto de características (comportamientos, actitudes y roles) que generalmente las sociedades a lo largo del tiempo y de manera cambiante van relacionando con la identidad del ser “hombre”. Mientras la feminidad hace alusión a los atributos, también fluctuantes en el devenir sociohistórico, que se vinculan con el ser mujer. Y así, cada mujer y cada hombre sintetiza en la experiencia de su propia vida, única e irrepetible, el proceso sociocultural e histórico, y a la vez relacional, que lo y la hace ser, precisamente, ese hombre y esa mujer.
Estas dan forma a las actitudes y prácticas individuales y sobre cómo los individuos y las instituciones pueden a su vez dar forma a normas de género a través de una cultura y una sociedad.
La autonomía significa para las mujeres contar con la capacidad y con condiciones concretas para tomar libremente las decisiones que afectan sus vidas. Para el logro de una mayor autonomía se requieren muchas y diversas cuestiones, entre ellas liberar a las mujeres de la responsabilidad exclusiva por las tareas reproductivas y de cuidado, lo que incluye el ejercicio de los derechos reproductivos; poner fin a la violencia de género y adoptar todas las medidas necesarias para que las mujeres participen en la toma de decisiones en igualdad de condiciones. El trabajo no remunerado sustenta la economía y a menudo suple la falta de gasto público en servicios sociales e infraestructura.
Son generalizaciones simplistas de los atributos de género, las diferencias y los roles de las mujeres y los hombres. Las características estereotipificadas sobre los hombres los describen como competitivos, codiciosos, autónomos, independientes, beligerantes, interesados en los bienes privados. Los estereotipos paralelos sobre las mujeres las representan como cooperadoras, acogedoras, atentas, comunicativas, orientadas al grupo, interesadas en los bienes públicos.
Con frecuencia los estereotipos se usan para justificar la discriminación de género más ampliamente y pueden reflejarse y reforzarse con las teorías tradicionales y las modernas, las leyes y las prácticas institucionales. Los mensajes que refuerzan los estereotipos de género y la idea que las mujeres son inferiores vienen en una variedad de «envases» —desde canciones y anuncios publicitarios hasta proverbios tradicionales.
Se refieren a las normas sociales y de conducta que, dentro de una cultura específica, son ampliamente aceptadas como socialmente apropiadas para las personas de un sexo específico. Suelen determinar las responsabilidades y tareas tradicionalmente asignadas a hombres, mujeres, niños y niñas (véase división sexual del trabajo). A menudo los roles de género están condicionados por la estructura del hogar, el acceso a los recursos, impactos específicos de la economía mundial, una situación de conflicto o desastre, y otros factores relevantes localmente tales como las condiciones ecológicas. Al igual que el género, los roles de género pueden transformarse con el transcurso del tiempo, especialmente con el empoderamiento de las mujeres y la transformación de las masculinidades.
El presupuesto sensible al género o PSG es un método para determinar en qué medida los gastos gubernamentales se han desviado de la meta de igualdad de género o se han acercado a ella. Un presupuesto sensible al género no es un presupuesto separado para las mujeres, sino más bien una herramienta que analiza las asignaciones presupuestarias, el gasto público y la tributación desde una perspectiva de género. Posteriormente puede utilizarse para promover la reasignación de un ítem de la partida presupuestaria para atender mejor las prioridades de las mujeres, así como las de los hombres, lo cual lo hace, como sugiere el nombre, sensible al género.
Estas describen cómo las construcciones sociales y culturales asignan roles y expectativas a hombres y mujeres, influyendo en la distribución del poder en todos los niveles de la sociedad. Estas relaciones pueden perpetuar la subordinación de las mujeres al otorgar privilegios y autoridad desproporcionados a los hombres, afectando la toma de decisiones, el acceso a recursos y oportunidades, y la participación en la vida pública y privada.
Es definida en julio de 1997 en el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas (ECOSOC): «Transversalizar la perspectiva de género es el proceso de valorar las implicaciones que tiene para los hombres y para las mujeres cualquier acción que se planifique, ya se trate de legislación, políticas o programas, en todas las áreas y en todos los niveles. Es una estrategia para conseguir que las preocupaciones y experiencias de las mujeres, al igual que las de los hombres, sean parte integrante en la elaboración, puesta en marcha, control y evaluación de las políticas y de los programas en todas las esferas políticas, económicas y sociales, de manera que las mujeres y los hombres puedan beneficiarse de ellos igualmente y no se perpetúe la desigualdad. El objetivo final de la integración es conseguir la igualdad de los géneros.»
Se refiere a los actos dañinos dirigidos contra una persona o un grupo de personas debido a su género. Tiene su origen en la desigualdad de género, el abuso de poder y la existencia de normas dañinas.
Norma Dominicana NORDOM 775
(Glosario WEPs, s. f., p. https://ecuador.unwomen.org/es/digiteca/publicaciones/2021/glosario-weps---profundizando-los-principios-para-el-empoderamiento-economico-de-las-mujeres)
https://igualdad.cepal.org/sites/default/files/2022-03/GR_g%C3%A9nero_conceptos_es_0.pdf
Norma Dominicana NORDOM 775
https://campusgenero.inmujeres.gob.mx/glosario/terminos/patriarcado
http://onu.org.gt/wp-content/uploads/2017/10/Guia-lenguaje-no-sexista_onumujeres.pdf
(Glosario de Igualdad de Género, s. f., p. https://trainingcentre.unwomen.org/mod/glossary/view.php?id=150 & mode=letter&hook=G&sortkey= & sortorder=asc)
(OSAGI Gender Mainstreaming - Concepts and definitions, s. f., p. https://www.un.org/womenwatch/osagi/conceptsandefinitions.htm)
(«Substantive Equality», s. f., p. https://cedaw.iwraw-ap.org/cedaw/cedaw-principles/cedaw-principles-overview/substantive-equality/)
(Glosario WEPs, s. f., p. https://ecuador.unwomen.org/es/digiteca/publicaciones/2021/glosario-weps---profundizando-los-principios-para-el-empoderamiento-economico-de-las-mujeres)
(BID, 2022)
https://oig.cepal.org/es/autonomias/autonomia-la-toma-decisiones
https://oig.cepal.org/es/autonomias/autonomia-economica
https://oig.cepal.org/es/autonomias/autonomia-fisica
https://oig.cepal.org/es/autonomias/interrelacion-autonomias
(BID, 2022)
(Hankivsky, s. f.)
https://www.cndh.org.mx/sites/all/doc/programas/ninez_familia/material/trip-respeto-dif-masculinidades.pdf
https://forum.generationequality.org/sites/default/files/2021-08/Curated%20Discussion%203%20Report_SP.pdf
(Glosario WEPs, s. f., p. https://ecuador.unwomen.org/es/digiteca/publicaciones/2021/glosario-weps---profundizando-los-principios-para-el-empoderamiento-economico-de-las-mujeres)
(Glosario WEPs, s. f., p. https://ecuador.unwomen.org/es/digiteca/publicaciones/2021/glosario-weps---profundizando-los-principios-para-el-empoderamiento-economico-de-las-mujeres)
Ibidem
https://eige.europa.eu/publications-resources/thesaurus/terms/1110?language_content_entity=es
(OIT, s. f.)
A continuación, te presentamos los cuestionarios del autodiagnóstico de las tres autonomías de las mujeres.
En este proceso, hemos utilizado la definición de CEPAL:
“La autonomía física se refiere a la capacidad de las mujeres, las adolescentes y las niñas en su diversidad, de vivir una vida libre de discriminación, prácticas nocivas y violencias y ejercer sus derechos sexuales y derechos reproductivos en condiciones adecuadas para ello.”
“La autonomía económica se refiere a la capacidad de las mujeres de acceder, generar y controlar ingresos propios, activos y recursos productivos, financieros y tecnológicos, así como el tiempo y la propiedad. Considera la división sexual del trabajo y la desigual organización social del cuidado.”
“La autonomía en la toma de decisiones se refiere a la plena participación de las mujeres en igualdad de condiciones en los distintos ámbitos de la vida pública y política”.
Para desarrollar este proceso, hemos realizado varias consultas a nivel nacional en la República Dominicana, en las que mujeres de diferentes contextos participaron en la priorización de los problemas que afectan nuestras autonomías.
Como resultado, se diseñó un marco analítico basado en un enfoque socioecológico que abarca las dimensiones individual, familiar, comunitaria y estructural.